Antes que llegue el sueño

A veces, antes de dormir no podía evitar echar a volar muy, muy lejos su imaginación: ¿cómo sería ese futuro cercano (la semana, el mes siguiente) al que se encaminaban? No pensaba más allá porque si no, él mismo, que era su propio sicólogo, se reñía por forjarse ilusiones. Pero esa noche se traicionó e imaginó que todo saldría bien durante mucho tiempo. Y se durmió con una sonrisilla estúpida en la cara.