De por qué ni siquiera te mando un email

Soñé que volvía a la isla por algún motivo relacionado con mi padre (¿?) y que me cruzaba contigo en los aparcamientos de mi antigua casa (¿?). El caso es que al principio te hiciste la dura, dos besos sin palabras (eso sí sé de dónde viene), bajaste la cuesta en tu bici, pero la volviste a subir para decirme, llorando, que qué carajo hacía allí, que no podía presentarme ahí así por las buenas. Pensabas que venía a buscarte. Yo me esforzaba en decirte que no, que esto no tenía nada que ver contigo. Era cierto, pero no me creías y seguías llorando. Me desperté todavía notando tu angustia.