life vest under your seat

"...te dije que nunca resistí las despedidas, al aeropuerto no."

Saturday, April 23, 2005

Que la noche es de huir

Te reúnes a medianoche con tres amigos en una plaza, donde unos 3000 jóvenes hacen lo mismo que tú. Te tomas 4 copas: la primera por pura sed, pues cenas sin apenas beber agua, las tres siguientes porque para mantener una conversación filosófica sobre lo putas que son las tías hace falta cierto nivel de octonaje en el cuerpo. De camino al pub te bebes la quinta entre demostraciones de exaltación de la amistad e insultos al clero. Entras al pub, directo a la barra: un Cacique-cola, gracias. Veneno antes que las manos vacías. Esta copa te dura casi hora y media, porque a estas alturas vas sobrado de revoluciones. Tan pasado de revoluciones que la rubia esa te ha sacado una copa a cambio de ninguna promesa de fidelidad eterna y un número de teléfono seguramente falso. Ya en la discoteque te bebes la séptima, la cual siempre te pides porque así puedes brindar por la Séptima Copa de Europa del Madrid y aquel gol de Mijatovic que convirtió a la ciudad esa noche en un Sodoma y Gomorra mal gestionado. A la vuelta de la discoteque, ya de mañana, llevas tal cantidá de alcohol en el cuerpo que tus prioridades cambian: ya no persigues con la mirada a las tías buenas, ni siquiera a las tías normalitas o a las feas (a partir de las 5 de la mañana ampliaste el abanico a las tías en general, no es bueno discriminar). De hecho ellas, todas, están terceras en la lista de prioridades de ese momento, después del bocadillo de los niños que se cruzan contigo camino del cole y de sus madres que los llevan de la mano.

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