Deconstructing

Mira a una tía que esté buenísima. No te acerques mucho, lo suficiente para verle la cara, quitarle el maquillaje, pensarla no desde lo que es (la más buenorra de la biblio) sino averiguando cómo llegó a esa apariencia inconsciente de diosa. Imagínala hacia atrás 22, 19, 17, 16 años. Ahora la ves mejor: con aparato en los dientes, la mirada tímida, no dejándose tocar más allá, escondiendo secretos a sus queridos diarios, insegura, tanto como ahora, sólo que con el tiempo encontró su propia máscara con la que adaptarse mejor al medio. Una máscara casi infranqueable que oculta el hecho de que en el fondo es un animal con miedo. Como tú.