El amor de los artistas

Todo era perfecto hasta que le empezó a mandar cartas preciosas de amor y poesías, las más emocionantes que había leído nunca. Pero ella tenía motivos para no sentirse halagada, sino todo lo contrario, pues ya antes de estar con él había salido con uno de esos hombres sensibles y creativos y había terminado aprendiendo algunas cosas sobre ellos. Ellos son incapaces de amar a otra persona, ellos aman su obra, ellos aman los sonetos que te escriben, los retratos que te pintan, las canciones que te componen, pero no te aman a ti, tú te conviertes sólo en una excusa. Eso es lo que había aprendido. Por eso cuando le recitó a la luz de la luna el último poema de amor que había escrito para ella, se echó a llorar. Y, en efecto, él se autocomplacía pensando qué bueno soy, ya sabía yo que en asonante iba a quedar mejor y chorradas como esa.