Exponencial Primera

Me gusta la palabra "duermevela", duermevela, duermevela. A otros les intranquiliza: algunas palabras acojonan por sí solas y se ven toda la noche sin poder dormir, dando vueltas de un lado a otro de la cama, buscándote inútilmente. A mí no me pasa porque, gracias a un truco que aprendí con los Jóvenes Castores, sé invocarte con paciencia.

Otros se quejan de que se les interrumpen bonitos sueños. Hay que entenderles, tienen miedo de no volver a soñar contigo. A mí, sin embargo, me gustan esas paradinhas del sueño porque siempre vuelves distinta y por la mañana, mientras preparo el colacao, voy rehaciendo el puzzle, juntando una a una las piezas de la duermevela de anoche: siempre volvías y cada vez era mejor. Y sonrío como un tonto. Y aún es más delatador que continúo removiendo el colacao mucho después de haberse disuelto, la mirada fija en tu falda.