La mujer ideal
Como buen posmoderno tengo infinitas no-novias, amores instantáneos que nunca fueron: amores de vagón de metro, de rellano, de cola de supermercado. Y en todos esos serendepitys no eran mariposas en el estómago, eran puros sellos en el esternón, infinitos sellazos superpuestos que certifican, nuevamente, nuestra contingencia.
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