Armaggedon
La vida era bella entonces y cerveza a cerveza divagábamos (los martes, nos encantaban los martes) sobre lo que no seríamos de mayores. Luego a un estúpido grupo de la ciudad se le ocurrió cantar aquello de "siempre voy al Amador por si apareces" y el bar empezó a llenarse de grupies con flequillo que venían a hacerse fotos con su ausencia, y subieron el precio de las cañas y bajaron la calidad de las tapas y ése fue el primer síntoma de que el mundo se iba irremediablemente al carajo.
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