Todas las ansias del mundo
Venías a verme al trabajo, me decías al oído una de esas frases que ni olvidaré ni confesaré nunca y luego te ibas veloz en tu Big Joe sin ni siquiera ponerte el casco. Como una bruja en su escoba. Dejándome con todas las ansias del mundo y cagándome en la jornada laboral de ocho horas.
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