Serie "Mis días en la Escuela de Armas de Combate Naval de Miramar"
No existían las vacaciones. En ocasiones nos enviaban a casa con la única instrucción de que esperáramos instrucciones. Éstas llegaban, claro, justo cuando menos apetecía. Ahí estabas tú, tomándote una coca-cola en el porche, esperando (con más curiosidad que miedo) ver pasar en el horizonte al próximo tornado y pensando en la última advertencia que te hicieron subrayar en rojo ("...y recordad, intersubjetividad nunca significó estar en la cabeza del otro"). Era entonces cuando el móvil avisaba mensaje: "Chicos, rock and roll". Apurabas la lata, recogías una bolsa de tela con lo imprescindible y volvías al portaaviones. Por el camino seguías pensando en Luhmann y la intersubjetividad de los cojones.
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