El amor de los científicos

Tú me decías que todos somos especiales y yo te decía que todos no, tú. Es lo que siempre queréis oír. Sin embargo, realmente lo pensaba, no en plan romántico, claro (porque todo el mundo sabe que los científicos no tenemos corazón), sino por los datos empíricos que en ti iba encontrando.

Casi todos somos cualquiera: en el rango de más-menos una desviación típica se encuentra el 68,2% de la población, en el de dos, el 95,5%. Tú estabas más allá, lo vi desde el principio, así que contigo tenía que ser necesario utilizar la metodología de investigación más sofisticada: uno, el breikindance; dos, el crusaíto... Después tocaba hacer dialogar los datos con la literatura. Era en este paso donde todo dejaba de tener sentido, porque ni en la Teoría del Caos, ni en Sexo en Nueva York, ni en la Cosmopolitan hay precedentes que ayuden a predecir tu comportamiento a ese todos no, tú.