Lucía ya no es Jean Seberg

Daniel relee aquel cuento de Kafka, "...sin embargo, las sirenas poseen un arma mucho más terrible que el canto: su silencio". Piensa en Lucía, Lucía como sirena, Lucía con cola de pescado, Lucía con el pelo largo y tetas nuevas, como la Sirenita según Marcos. La Sirenita está buena, decía Marcos, y para mí que la han dibujado con tetas operadas, hazme caso, yo entiendo de eso. Lucía llevaba el pelo corto como Jean Seberg en Al final de la escapada. Nadie ha estado más guapa que Jean Seberg en Al final de la escapada, ni siquiera Lucía la primera mañana. Aquella primera mañana. Daniel se levanta de la cama y vuelve  con un rotulador negro, déjame un momento, le dice, y le pinta un lunar en el pómulo izquierdo, cerca del ojo. Lucía se mira al espejo y dice, mierda, me has convertido en Concha Velasco en rubia. Mil millones de mañanas. Lucía con el pelo largo ya no es Jean Seberg, se ha teñido de pelirrojo y le ha salido cola de pescado. Y calla. Esa es su arma más terrible.