Porque Karl R. Popper asentiría complacido: dale, muchacho
Todos me decían que dejara de gastarme el dinero o que al menos
cambiara los números, que nunca me iba a tocar, que eran unos números muy
raros. Pero ¿acaso no son raros los cisnes negros? Y es su existencia
precisamente la que permite falsar la teoría: todos los cisnes son blancos... hasta que ves a uno negro. Todas son como todas... hasta que una no.
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