El ermitaño
No se daba cuenta de que con su comportamiento se estaba quedando sin excusas que quizá un día necesitaría. Pero le importaba una mierda, ya que había aprendido a odiar las justificaciones. Creía que por la vida se puede andar sin explicaciones a nadie. Como si viviera en el Tibet.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home