El mundo no es un pañuelo

Te busco en Granada, en el bar de siempre, pero tú recién te has marchado a Dublín; entonces te dejo un mensaje en el contestador: te espero en San Juan de Puerto Rico, no tardes. Pero a ti te venía fatal, tenías no sé qué vaina en Lille. Yo vuelvo para encontrarnos y me cuentan que hace tiempo que andas perdida en Bruselas; a ti te llegan postales mías de Nueva York, con retraso, así que cuando vienes a Manhattan a mi encuentro yo ya me he ido a Lovaina, y me cuentan que el frío es mayor desde que tú no estás en el país, por cierto.

Tú regresas a Europa, yo retomo mi camino en Santiago de Chile. Tú preguntas por el horario de trenes que salen hacia allá desde Mar del Plata, yo te intuyo en Tokio, y aquí en Madrid voy a clases de japonés. Por si acaso.