Deshojando margaritas malvas
De pequeño (de más pequeño) solía tomar las decisiones importantes jugando al balón. En mi barrio no había niños, pero a mí me sobraba con un balón, así que me bajaba a la calle y le daba toques a la pelota sin que se cayera al suelo o imaginaba goles imposibles en los que iba sorteando (ta,ta,ta) a todas las piedras del camino. Entre regate y regate, entre disparo y disparo contra la pared iba pensando en las cosas que me inquietaban y llegaba a conclusiones difíciles pero definitivas como mandar a tomar por culo a Maripili.
Con el tiempo me hice un buen jugador, pero un mejor "resolvedor de problemas". Ya de mayor he intentado trasladar ese esquema de resolución de conflictos a problemas no menos complejos que el asunto de la Maripí pero no he conseguido la misma eficacia. En vez de a través de un balón de fútbol intento clarificar mientras lavo los platos y si sigo sin verlo claro continúo con el resto del piso. Las visitas siempre se sorprenden de lo reluciente que lo tengo y me preguntan qué quieres que te regalemos para tu cumple y yo les respondo que un Tango Adidas.
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