El metro de Santiago está lleno de baches..
Coincidíis solos por la noche en un vagón del metro y ella te mira y te mira, y no habla ni espera que hables, pero te mira, y a ti entonces se te ocurre que le podrías interesar, que quizá debieras decirle algo antes de Baquedano, al fin y al cabo sólo estáis vosotros en el vagón... y le mantienes la mirada, carajo, está un rato buena... pero en un momento de clarividencia ves algo que no cuadra: va de pie, sin agarrarse a la barra o al respaldo de alguno de los asientos vacíos. Y entonces tú recuerdas lo que leíste en algún sitio, que una de las señas del demonio es que está muy, muy buena, y convienes en que tampoco es normal permanecer de pie ahí, entre tanto tambaleo y con tantos baches y, pese a todo, sin perder en ningún momento la compostura de diosa. Y finalmente piensas al carajo y le dices: -Bonita noche...
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