Querida Ana:
Es frecuente que salte sin motivo la alarma de incendios del edificio. Yo ya ni salgo. Siempre me pilla leyendo tus viejas cartas de cuando todo era entonces todavía. Con un poco de suerte, un día el incendio será real, y aunque yo salve el pellejo por poco, el fuego hará con tus cartas lo que yo no me atrevo.
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