Tropezar accidentalmente con aquellos emails, ahora llegados como mensajes en una botella, como el sonido de Rousseau hablando 13 años atrás sobre el Humo Negro: Vitoria, no sé qué comer, te echo de menos, blablá. Baratijas muertas que no cambian la verdad del pasado remoto bonito, ni tampoco la verdad del posterior pasado de asco -"la culpa es de uno cuando no enamora" Sí, Benedetti, pero ¿por qué el ensañamiento? No es la muerte de lo que ya estaba muerto la queja, sino el ensañamiento, ¿por qué el ensañamiento? Ah, claro, porque somos humanos y todos cometemos errores... Y quizás las opciones se reduzcan ahora a eso: perdonar (o no) las 67 puñaladas que siguieron a la primera (suficientemente honda y mortal, sí, pero legítima, pues irse es un derecho). Perdonar (o no) el ensañamiento, porque todos somos humanos y todos cometemos errores.